En temas cruciales como planeamiento urbano, mercados inmobiliarios y espacios públicos, el proceso Hábitat III deberá reconocer la importancia de la participación de todos.
Seamos sinceros: la idea de ciudades como ejes del desarrollo sostenible no ha brindado aún una respuesta satisfactoria para gran parte de la población mundial — en especial aquellos que viven en asentamientos informales, lejos del desarrollo y con pocas posibilidades de ser escuchados.
La función social de las ciudades no es un concepto nuevo, habiendo existido desde los orígenes de la polis griega. A nivel global, las ciudades siempre han sido construidas por su gente, no por las agendas políticas de los gobiernos.
En esta línea, es que a menos de siete meses de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat III), es fundamental que se analice esta brecha, a medida que se desarrolla el diálogo hacia la definición de la Nueva Agenda Urbana, la estrategia global de urbanización a 20 años que surgirá de Hábitat III.
La función social de las ciudades no es un concepto nuevo, habiendo existido desde los orígenes de la polis griega. A nivel global, las ciudades siempre han sido construidas por su gente, no por las agendas políticas de los gobiernos.
En esta línea, es que a menos de siete meses de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat III), es fundamental que se analice esta brecha, a medida que se desarrolla el diálogo hacia la definición de la Nueva Agenda Urbana, la estrategia global de urbanización a 20 años que surgirá de Hábitat III.
Como parte de los preparativos formales para la conferencia del Hábitat III, que se llevará a cabo en Quito en octubre, fueron publicados diez borradores de “documentos marco” a finales de diciembre, cada uno profundizando en un tema central de los debates del Hábitat III. (Las versiones definitivas de estos documentos se encuentran disponibles aquí.) Los documentos proporcionan recomendaciones clave para la redacción e implementación de la Nueva Agenda Urbana.
Entre estos informes se destaca uno: “Estrategias espaciales urbanas: mercado inmobiliario y segregación”, que hace referencia a los importantes desafíos en materia de políticas públicas vinculados al planeamiento urbano, espacios públicos y mercados inmobiliarios.
A fin de cuentas, la planificación urbana, la disponibilidad de tierras y los espacios públicos son grandes prioridades en la determinación del impacto final que tendrá la Nueva Agenda Urbana. Muchos consideran que es fundamental identificar por qué el valor de la tierra se está volviendo cada vez más costoso. También lo es comprender cómo la calidad del planeamiento urbano puede utilizarse para promover la igualdad y asegurar el acceso a los espacios públicos para todos los ciudadanos.
Tras analizar el documento “Estrategias espaciales urbanas “, vemos tres principales oportunidades para profundizar y mejorar esta importante línea de análisis.
En primer lugar se puede señalar la planificación urbana en el contexto de la urbanización como una tendencia global que tendrá un especial impacto sobre los países en desarrollo. Es importante considerar este factor no solo desde un punto de vista económico sino también en función de las dimensiones sociales y culturales, en colaboración con los ciudadanos.
Se necesita un cambio de paradigma a nivel de la sociedad civil para avanzar en este tema, para promover un movimiento cooperativo e intereses colectivos compartidos. El individualismo que caracteriza cada vez más a las sociedades actuales no puede coexistir con ciudades basadas en justicia, democracia y equidad. Por tanto, el primer paso hacia un planeamiento urbano sostenible es entender la importancia de la inclusión social — no solo en términos de indicadores de resultados, sino también en su proceso de diseño.
El objetivo final necesita tener el consenso de todos los habitantes de la ciudad. En todo proceso de planificación, es clave reconocer el abanico de experiencias que pueden conformar los múltiples contextos de las políticas públicas. En especial, este tipo de procesos debe responder a aquellos que se ven a menudo violentados en sus derechos debido a la pobreza y que podrán tener opiniones divergentes sobre la Nueva Agenda Urbana.
En tal contexto entonces, ¿qué prácticas de planeamiento urbano son más importantes a largo plazo? Y ¿cuál es la función de los ciudadanos en la elaboración de políticas públicas relacionadas a la inclusión social? Estas son interrogantes que la Nueva Agenda Urbana deberá promover para que los responsables de la formulación de políticas se hagan.
Como segunda consideración están los mercados inmobiliarios. A fin de poder abordar efectivamente los desafíos actuales de los mercados de tierras, necesitamos empezar por entender sus causas estructurales. El nuevo documento político anuncia varias tendencias esperadas que agravarían la desigualdad en cuanto al acceso a tierras en los próximos años. En particular, la migración a las ciudades aumentará el número de personas que viven en situación de pobreza y en asentamientos informales, sobrepasando la capacidad actual de las ciudades para absorber estos volúmenes.
La tierra es cada vez más cara e inasequible para la mayor parte de la población mundial viviendo en asentamientos urbanos. En Latinoamérica, más de 113 millones de personas actualmente viven con acceso limitado o sin acceso a servicios básicos y a una vivienda, según cifras de la ONU. Muchos se ven obligados a residir en las periferias de las ciudades, en zonas de alto riesgo que simplemente no son habitables.
Entonces esta es la situación a la que deberá responder la Nueva Agenda Urbana. ¿Qué hará esta nueva estrategia de urbanización acerca de esta masa de personas que vive en predios urbanos de baja calidad, que se ven obligados a desplazarse inconcebibles largas distancias para ir a trabajar y pagar precios irracionales para acceder al agua?
Hoy en día, con un mercado inmobiliario controlado por una relativamente pequeña parte de la población, que tiene a menudo una influencia desproporcionada sobre las políticas públicas, estamos muy lejos de resolver estos problemas. Sin embargo, el acceso a tierras urbanas de mayor calidad supondría una oportunidad real para aquellos que viven en asentamientos informales.
En tercer lugar, debemos considerar la cuestión de los espacios públicos en áreas urbanas, cuyos beneficios son reconocidos a nivel internacional. El documento político resalta la importancia de los espacios públicos como piezas clave para la construcción de un entorno saludable para todos los ciudadanos — pero que permanecen restringidos para muchos, debido al alto precio de acceso a nuevos espacios así como a los costos de mantenimiento.
En esto, una cuestión central que deberá resolver la Nueva Agenda Urbana tiene que ver con la determinación de las responsabilidades que los gobiernos locales y nacionales tienen en la creación y gestión de los espacios públicos de forma que sea sostenible y promueva el diálogo con los ciudadanos. También, este proceso deberá ser impulsado generando conciencia sobre las contribuciones que puede hacer la ciudadanía en acciones concretas para inducir cambios y progreso.
En la comunidad de Gariche Prince en Haití, por ejemplo, los habitantes locales promovieron la reconstrucción de una escuela a través de un proceso participativo, con el objetivo de mejorar la institución y su entorno para más de 100 niños en la comunidad. Existen muchos más ejemplos en comunidades en todo el mundo, que ofrecen importantes enseñanzas, arrojando luz sobre los avances logrados durante los últimos 20 años.
Sostenibilidad integral
El ejemplo de Gariche Prince también nos brinda una lección mayor. En última instancia, será difícil avanzar en cualquiera de estos temas —planeamiento urbano, mercados inmobiliarios y espacios públicos, así como de forma más abarcativa políticas públicas urbanas —sin la participación activa de todos los ciudadanos.
Por tanto, este año en la construcción de la Nueva Agenda Urbana, debemos asegurarnos de prestar oído a experiencias que provengan de cada rincón del mundo. Solo entonces estaremos en condiciones de generar marcos públicos e institucionales que promuevan capacidades de planificación y gestión participativa — permitiendo forjar un concepto general de sostenibilidad que tenga en cuenta asuntos sociales, políticos, económicos y culturales, promoviendo derechos y dignidad para todos.
Fuente: http://citiscope.org/habitatIII/commentary/2016/03/el-desafio-que-plantea-el-acceso-la-tierra-y-la-inclusion-en-la-nueva